Berta Fernández |
ENCUENTRO EN VENECIA La penúltima vez que ví a Acaba de llegar de Roma, de una reunión del PP europeo o algo así, y, con una cosa y otra, apenas había tenido tiempo de probar bocado en todo el día. Se tomó un sandwich caliente y hablamos durante un buen rato sobre la campaña electoral italiana por aquellos días en su recta final, de la situación en el PP, de si volvería a la primera línea de la política nacional cuando concluyera su trabajo en Bruselas, del País Vasco (se había rumoreado su posible desembarco en la política vasca), de Venecia... Tres meses después nos encontramos en Madrid. Intenté convencerla para que me concediera una entrevista. "Llámame después del verano y hablamos". No tuve ocasión de volver a hablar con ella. Un cáncer se interpuso su camino y se adueñó de su cuerpo a velocidad de vértigo. Confieso que al enterarme de su muerte, sentí un tremendo escalofrío. Recordé nuestro encuentro casual en Venecia nueve meses atrás; recordé a aquella figura, un tanto desgarbada, enfundada en una ancha gabardina y con una pesada cartera de ejecutiva en la mano, que se disponía a descansar unas horas porque por la mañana tenía una reunión de trabajo, pero quería sacar tiempo, antes de regresar a Bruselas, para darse una vuelta por "La única batalla que no se gana es la que no se da", solía decir esta mujer que desde muy joven se entregó en cuerpo y alma a la política, con tanto entusiasmo, trabajo y esfuerzo como terquedad. Su última batalla fue contra el cáncer. Plantó cara y luchó contra la enfermedad, pero ésta fue más fuerte. Descanse en paz Loyola de Palacio. |
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