26 enero 2007

Venecia, la ciudad favorita de Loyola


Berta Fernández

ENCUENTRO EN VENECIA

La penúltima vez que ví a Loyola de Palacio fue en Venecia. Era una noche lluviosa de finales de marzo. Faltaban apenas unos minutos para las doce de la noche cuando entró apresurada en una cafetería de la Via XXII de Marzo, a escasos metros de la Plaza de San Marcos y del Teatro La Fenice, con la esperanza de que aún le sirvieran algo para cenar a pesar de lo avanzada de la hora.

Acaba de llegar de Roma, de una reunión del PP europeo o algo así, y, con una cosa y otra, apenas había tenido tiempo de probar bocado en todo el día. Se tomó un sandwich caliente y hablamos durante un buen rato sobre la campaña electoral italiana por aquellos días en su recta final, de la situación en el PP, de si volvería a la primera línea de la política nacional cuando concluyera su trabajo en Bruselas, del País Vasco (se había rumoreado su posible desembarco en la política vasca), de Venecia...

Tres meses después nos encontramos en Madrid. Intenté convencerla para que me concediera una entrevista. "Llámame después del verano y hablamos". No tuve ocasión de volver a hablar con ella. Un cáncer se interpuso su camino y se adueñó de su cuerpo a velocidad de vértigo.

Confieso que al enterarme de su muerte, sentí un tremendo escalofrío. Recordé nuestro encuentro casual en Venecia nueve meses atrás; recordé a aquella figura, un tanto desgarbada, enfundada en una ancha gabardina y con una pesada cartera de ejecutiva en la mano, que se disponía a descansar unas horas porque por la mañana tenía una reunión de trabajo, pero quería sacar tiempo, antes de regresar a Bruselas, para darse una vuelta por la Academia, como hacía casi siempre que visitaba la ciudad de los canales.

Loyola de Palacio, al contrario que muchos otros políticos, no tenía pelos en la lengua a la hora de decir lo que pensaba. Y lo hacía en voz alta, como bien saben los dirigentes y sus compañeros de partido, incluso cuando su "candidato" a sustituir a José María Aznar al frente del PP perdió frente al ganador Mariano Rajoy.

"La única batalla que no se gana es la que no se da", solía decir esta mujer que desde muy joven se entregó en cuerpo y alma a la política, con tanto entusiasmo, trabajo y esfuerzo como terquedad. Su última batalla fue contra el cáncer. Plantó cara y luchó contra la enfermedad, pero ésta fue más fuerte. Descanse en paz Loyola de Palacio.

http://www.tramiteparlamentario.com/content/view/1870/6/