22 enero 2007

Carta a Loyola de Palacio


Tribuna libre - El Correo Gallego
Carta póstuma a Loyola de Palacio
16.12.2006


POR CÁSTOR GAGO

Querida Loyola:

Dudo si esta carta llegará a su final porque no quiero que sea de ese estilo de obituario corriente que no iría con tu forma de ser.

En este mes precisamente hace nueve años que te conocí siendo ministra de Agricultura y me impresionó tu fuerte personalidad, tu capacidad de trabajo y tu agudeza intelectual para encontrar solución a las grandes dificultades de tu gestión diaria.

Con el paso del tiempo fui corroborando aquella primera impresión y viendo en ti un claro ejemplo de tenacidad, honradez y sacrificio por la causa común.

Fuiste y eres para mí el prototipo de la persona (digo persona y no mujer porque no necesitaste de ningún cupo para hacerte con espacio propio en este difícil mundo) que se dedica a la rex pública, renunciando a una vida personal que pudiera incluso serte bastante más gratificante.

Viviste intensamente tu etapa política. Probablemente ni la sociedad ni tu propio partido estuvimos a tu altura a la hora de tu pase "a la reserva activa", como me comentaste en Silleda que denominabas a esta última etapa en la que no ejerciste cargos institucionales.

Permíteme que te recuerde la única vez que me hiciste esperar en mis frecuentes visitas al Ministerio. Era un viernes de invierno y habías quedado el día anterior en recibirme a las diez de la mañana. Llegué con antelación porque tu puntualidad era mayor que la que atribuyen a los británicos. Tu secretaria me dijo al llegar que la ministra se retrasaría, situación inédita pero posible. Llegaste tres horas más tarde.

Habías salido para Berlín a las cinco de la mañana a cerrar con el ministro alemán unos flecos favorables para España de la Organización Común de Mercado del vino; a las doce estabas de vuelta con el objetivo cumplido.

Tu sencillez y tu ansia de superación te impedían hacer alarde de los éxitos que alcanzabas. "Esto está conseguido, pasemos a otro asunto", te oí con frecuencia.

Se suele decir de las personas que "ostentan" tal o cual cargo; tú nunca ostentaste, siempre ejerciste sin el más mínimo atisbo de autocomplacencia. Podrían criticar tu sencillez externa aquellas personas que sólo te conocían por la apariencia; la insultante belleza de tu alma no necesitaba ornatos.

Te fuiste de primera línea institucional en silencio; sin rencores, con agradecimientos y con la sana voluntad de seguir ayudando a tu país y a tu partido.

Ganaste muchas batallas políticas, pero nunca pediste botín de guerra. Creo que incluso le ganaste la batalla al cáncer que no fue capaz de borrarte la sonrisa ni de cambiarte tu comportamiento. Sólo perdiste la inexorable batalla de la muerte y lo hiciste con la dignidad y valor que te caracterizaba.

Siendo madrileña de nacimiento y con ascendencia vasca fuiste gallega de corazón y ejerciste como tal en los momentos que esta tierra te necesitó.

Galicia y yo estamos en deuda contigo.

Mientras tú ejerciste como ministra, Galicia siempre tuvo un plus afectivo en los repartos nacionales . ¡Cuánto te eché de menos en el reparto de cuota láctea! Conocías en profundidad la problemática del agro gallego y nos aportaste grandes luces, lejos de paternalismos, para encontrar las soluciones más eficaces.

Dios sabrá agradecerte lo que los humanos no supimos.

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