Cristina Tavío
14-I-07
La única batalla que se pierde es la que no se da. Loyola de Palacio.
Lo he sentido especialmente pues admiraba y seguiré admirando siempre a esta gran mujer. Tuve el gran honor de trabajar muy cerca de Loyola en Bruselas hasta el año 1997, durante el tiempo en que estuve en el Parlamento Europeo. A mi vuelta volvimos a coincidir cuando ella era ministra de Agricultura y yo tuve responsabilidades en el mismo departamento en el Gobierno de Canarias.
Nunca lo olvidaré, la primera llamada que tuve al incorporarme a mi puesto de Jefa de Gabinete fue personalmente de ella, de
Loyola era de las personas que disfrutaba resolviendo problemas por difíciles que éstos parecieran. Así lo demostró en tres vertientes de su actividad: como ministra de Agricultura, como vicepresidenta y comisaria de
En su posición al frente del Ministerio de Agricultura fue una firme defensora de los intereses agrícolas y pesqueros españoles, tanto dentro como fuera de nuestro país, y recordada es su posición beligerante frente al comisario europeo Franz Fischler, cuando pretendió dar un tijeretazo a las ayudas a la producción de aceite de oliva.
Loyola llegó a encabezar manifestaciones y se tomó este reto como algo personal, y les aseguro que predicaba con el ejemplo. En las comidas oficiales con sus colegas europeos, y en las comidas y desayunos públicos en que participaba no dudaba en pedir un poco de aceite de oliva para empapar un trozo de pan añadiendo “esto es buenísimo para el colesterol”.
También el Archipiélago conoce bien su trabajo a favor de los intereses de los productores de plátano. En aquel tiempo se situó al lado de Gabriel Mato, por entonces consejero de Agricultura del Gobierno de Canarias, y una noche, después de arduas negociaciones en las que se fajaba como una jabata, a eso de las dos de la madrugada en Luxemburgo, consiguió que se incrementara la ayuda compensatoria del plátano.
Aquella madrugada, Loyola, personalmente, cuando ya había ganado la batalla ante el Consejo de Ministros, nos confesó que aquel éxito podía no servir de nada pues en el mercado el precio seguía estando en manos de los distribuidores que preferirían comercializar la banana dólar ya que las multinacionales americanas tenían una política comercial más agresiva.
Su miedo era que aquel gran acuerdo pudiera irse al traste si no conseguíamos comprometer a los plataneros en incentivar a los distribuidores a comercializar plátano canario frente a la banana dólar. Y fue ella quién, aquella noche, se comprometió a explicar en
Nunca olvidaré cuando, en su visita a
En su segunda gran faceta, como vicepresidenta de
Hablamos de la española que más alto ha llegado en el escalafón comunitario: la segunda autoridad de
Una persona comprometida a fondo con los ciudadanos, de ideas claras, respetuosa y firme en sus principios. Comprometida y defensora del País Vasco y todo un ejemplo para las mujeres que nos dedicamos a la política, más allá de la formación política en la que militemos.
Pero ella era del Partido Popular, protagonista en primera fila de la oposición al felipismo y de la primera generación de populares españoles que consiguieron después ganarse la confianza de los ciudadanos y gobernar España desde una opción de centro y reformista.
Quiero agradecerte, Loyola, la gran herencia y ejemplo que suponen tu perseverancia, honradez, seriedad y tesón al servicio de nuestra sociedad. Me comprometo a que tu gran recuerdo quede vivo como el mejor ejemplo a las nuevas generaciones, con la que siempre tan comprometida estuviste, como un gran ejemplo de cómo se debe ser y estar en política.
Gracias Loyola, gracias.
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