04/11/2004, 22:33 SHANGHAI (CHINA)
La vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Energía y Transporte de la misma, Loyola de Palacio, participó en los foros de debate organizados por Michelin en Shanghai con ocasión de su Challenge Bibendum. De Palacio habló de cómo se avanza en Europa en estas cuestiones.
El lema elegido por Loyola de Palacio para su intervención en la Universidad de Tongji, próxima al circuito de Shanghai, con ocasión de la sexta edición de la Challenge Bibendum Michelin, fue “Iniciativas sobre la movilidad sostenible en la Unión Europea”. Transporte, energía y emisiones fueron los tres grandes bloques en los que basó un discurso del que se extrajeron interesantes conclusiones que demuestran que la Comisión Europea (CE) y, en concreto, Loyola de Palacio, están muy concienciados sobre la importancia que tiene de cara al futuro la movilidad sostenible.
De Palacio manifestó que la estrategia de desarrollo sostenible en la Unión Europea da una alta prioridad a la reducción de la congestión del tráfico y a un uso más amplio de los vehículos ecológicos. Para lograrlo, señaló que los desafíos más apremiantes en el transporte son la eficacia y la seguridad del tráfico, la seguridad en el suministro de energía, el impacto que tiene el ambiente contaminante sobre la salud y la necesidad de erradicar las emisiones nocivas.
Habló de la importancia que tiene utilizar otros medios de transporte que no necesiten la carretera para evitar la perenne congestión de tráfico que vive la Unión Europea. Sólo desviándolo hacia el ferrocarril y las vías fluviales se volverá a conseguir que el sistema europeo de transporte sea eficaz. Y para ello será necesario invertir en las adecuadas infraestructuras para esas dos alternativas al transporte por carretera. Esto en general, puesto que para el ámbito local apunta que la solución está en la mejora de la calidad de las áreas urbanas y del transporte público y en la promoción de las energías alternativas en el automóvil.
La comisaria de Energía y Transporte de la CE se mostró muy preocupada por la seguridad del tráfico, por lo que hizo hincapié en el programa que la Comisión lanzó en junio de 2003 para reducir el número de víctimas de la carretera de las 50.000 anuales que se producen en la actualidad en toda la Unión a la mitad en 2010. En este sentido manifestó su confianza en la aportación de la industria del automóvil, que utiliza cada vez más innovaciones tecnológicas para aumentar la seguridad de sus vehículos.
Si De Palacio puso el acento en los proyectos sobre eficacia y seguridad en el transporte por carretera que se están llevando a cabo en la Unión Europea (UE), fue para mentalizar a las autoridades chinas en unos aspectos que ya están causando gravísimos problemas en la gigantesca nación asiática, sobre todo el de la seguridad. Al respecto, se detuvo en hablar del programa Galileo, un sistema global de navegación por satélite más completo que el sistema GPS en el que cooperan la UE y China, porque algunos de sus usos tienen un interés específico para el sector de automoción. “El desarrollo de sistemas inteligentes de transporte es esencial para la movilidad sostenible porque rebajan los gastos desorbitados causados por las congestiones de tráfico y porque juegan un papel clave en la lucha por mejorar la seguridad vial”, manifestó De Palacio.
La importancia del suministro de energía
Loyola de Palacio mostró su preocupación por la seguridad a largo plazo del suministro de energía para todos los sectores del transporte, “porque es vital para la movilidad sostenible”. Para De Palacio la dependencia de los combustibles derivados del petróleo (gasolina y gasóleo) es cada vez más fuerte, al estimarse que la demanda aumentará en las dos décadas que van del 2000 al 2020 en un 50%, eso unido al continuo aumento de los precios del petróleo.
En este contexto, la UE ha tomado conciencia de que es imprescindible para asegurar la movilidad a largo plazo mejorar la eficacia energética de los automóviles e introducir unos combustibles alternativos que de forma gradual deberán sustituir al petróleo. De Palacio confirmó que tras el acuerdo alcanzado entre la UE y los fabricantes de automóviles ya se han dado importantes pasos en la reducción del consumo de los nuevos coches. Así, si se había previsto una reducción del 25% de dicho consumo entre 1999 y 2008/2009, el objetivo marcado para 2003 ya se alcanzó en 2000.
De Palacio aseguró que “Europa busca reducir su dependencia energética del petróleo promocionando los biocarburantes e investigando con el hidrógeno”, a lo que añadió que “en el horizonte del 2020, el 20% de los carburantes que se utilicen en Europa debería proceder de las energías alternativas”. De hecho, la directiva europea sobre biocarburantes, adoptada en 2003, establece objetivos para su cuota en el mercado, unos objetivos que aumentan de forma gradual desde el 2% de 2005 hasta el 5,75% en 2010, aunque reconoció que a corto plazo las perspectivas para el uso de biocarburantes dependen de la política de promoción adoptada por los Estados miembros de la UE.
Con respecto al hidrógeno como energía alternativa, Loyola de Palacio recordó que la CE lanzó en enero de este año una plataforma de tecnología para la célula de hidrógeno y de combustible. Su objetivo principal es definir y poner en práctica una estrategia integrada para el desarrollo y la introducción de la energía derivada del hidrógeno en el sistema de transporte europeo.
El impacto ambiental
La movilidad sostenible no es posible sin reducir el impacto que tienen las emisiones que origina el transporte sobre el medio ambiente. De Palacio recordó que el CO2, los óxidos nitrosos y de carbón y las partículas sólidas afectan de forma dramática a la calidad del aire y, por lo tanto, a la salud de los seres vivos. El acuerdo entre la CE y los fabricantes ya ha producido resultados en este sentido, al mejorar la eficacia energética de los vehículos. El acuerdo prevé que los coches de pasajeros sólo emitan 140 gramos de CO2 por kilómetro en 2008/2009. De Palacio recordó que la UE controla las emisiones contaminantes mediante las normas Euro, que se endurecen gradualmente año tras año. Para ella, su aplicación ha supuesto mejoras considerables en la calidad del aire en Europa.
De Palacio confesó que “el paquete de medidas que ha puesto en marcha la UE para dirigir el sector del transporte hacia una movilidad sostenible a largo plazo ya muestra resultados esperanzadores en la disminución de emisiones contaminantes y en la mejora de la eficacia energética de los nuevos coches”, aunque añadió que “se requieren esfuerzos a largo plazo, porque el crecimiento de la demanda en el transporte reduce los beneficios de las mejoras en la tecnología”. Por ello, concluyó su intervención diciendo que “para responder a esos desafíos de futuro es necesaria una combinación de políticas ambiciosas, apoyo industrial y gubernamental e introducción de energías limpias que sean alternativas a los combustibles actuales”.
La opinión de la industria
En los foros organizados por Michelin también participaron los fabricantes, entre los que Jean Martin Folz, presidente del Grupo PSA Peugeot-Citroën, manifestó que “varias son las soluciones disponibles para proponer vías alternativas realistas, pero PSA cree en el diésel [gasóleo] y en las mecánicas híbridas diésel, que llegarán muy pronto”. Al mismo tiempo, confesó que para su empresa hay tres prioridades: mejorar la seguridad activa y pasiva de los automóviles, conseguir que la movilidad urbana sea una realidad y luchar contra las emisiones de CO2.
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De Palacio manifestó que la estrategia de desarrollo sostenible en la Unión Europea da una alta prioridad a la reducción de la congestión del tráfico y a un uso más amplio de los vehículos ecológicos. Para lograrlo, señaló que los desafíos más apremiantes en el transporte son la eficacia y la seguridad del tráfico, la seguridad en el suministro de energía, el impacto que tiene el ambiente contaminante sobre la salud y la necesidad de erradicar las emisiones nocivas.
Habló de la importancia que tiene utilizar otros medios de transporte que no necesiten la carretera para evitar la perenne congestión de tráfico que vive la Unión Europea. Sólo desviándolo hacia el ferrocarril y las vías fluviales se volverá a conseguir que el sistema europeo de transporte sea eficaz. Y para ello será necesario invertir en las adecuadas infraestructuras para esas dos alternativas al transporte por carretera. Esto en general, puesto que para el ámbito local apunta que la solución está en la mejora de la calidad de las áreas urbanas y del transporte público y en la promoción de las energías alternativas en el automóvil.
La comisaria de Energía y Transporte de la CE se mostró muy preocupada por la seguridad del tráfico, por lo que hizo hincapié en el programa que la Comisión lanzó en junio de 2003 para reducir el número de víctimas de la carretera de las 50.000 anuales que se producen en la actualidad en toda la Unión a la mitad en 2010. En este sentido manifestó su confianza en la aportación de la industria del automóvil, que utiliza cada vez más innovaciones tecnológicas para aumentar la seguridad de sus vehículos.
Si De Palacio puso el acento en los proyectos sobre eficacia y seguridad en el transporte por carretera que se están llevando a cabo en la Unión Europea (UE), fue para mentalizar a las autoridades chinas en unos aspectos que ya están causando gravísimos problemas en la gigantesca nación asiática, sobre todo el de la seguridad. Al respecto, se detuvo en hablar del programa Galileo, un sistema global de navegación por satélite más completo que el sistema GPS en el que cooperan la UE y China, porque algunos de sus usos tienen un interés específico para el sector de automoción. “El desarrollo de sistemas inteligentes de transporte es esencial para la movilidad sostenible porque rebajan los gastos desorbitados causados por las congestiones de tráfico y porque juegan un papel clave en la lucha por mejorar la seguridad vial”, manifestó De Palacio.
La importancia del suministro de energía
Loyola de Palacio mostró su preocupación por la seguridad a largo plazo del suministro de energía para todos los sectores del transporte, “porque es vital para la movilidad sostenible”. Para De Palacio la dependencia de los combustibles derivados del petróleo (gasolina y gasóleo) es cada vez más fuerte, al estimarse que la demanda aumentará en las dos décadas que van del 2000 al 2020 en un 50%, eso unido al continuo aumento de los precios del petróleo.
En este contexto, la UE ha tomado conciencia de que es imprescindible para asegurar la movilidad a largo plazo mejorar la eficacia energética de los automóviles e introducir unos combustibles alternativos que de forma gradual deberán sustituir al petróleo. De Palacio confirmó que tras el acuerdo alcanzado entre la UE y los fabricantes de automóviles ya se han dado importantes pasos en la reducción del consumo de los nuevos coches. Así, si se había previsto una reducción del 25% de dicho consumo entre 1999 y 2008/2009, el objetivo marcado para 2003 ya se alcanzó en 2000.
De Palacio aseguró que “Europa busca reducir su dependencia energética del petróleo promocionando los biocarburantes e investigando con el hidrógeno”, a lo que añadió que “en el horizonte del 2020, el 20% de los carburantes que se utilicen en Europa debería proceder de las energías alternativas”. De hecho, la directiva europea sobre biocarburantes, adoptada en 2003, establece objetivos para su cuota en el mercado, unos objetivos que aumentan de forma gradual desde el 2% de 2005 hasta el 5,75% en 2010, aunque reconoció que a corto plazo las perspectivas para el uso de biocarburantes dependen de la política de promoción adoptada por los Estados miembros de la UE.
Con respecto al hidrógeno como energía alternativa, Loyola de Palacio recordó que la CE lanzó en enero de este año una plataforma de tecnología para la célula de hidrógeno y de combustible. Su objetivo principal es definir y poner en práctica una estrategia integrada para el desarrollo y la introducción de la energía derivada del hidrógeno en el sistema de transporte europeo.
El impacto ambiental
La movilidad sostenible no es posible sin reducir el impacto que tienen las emisiones que origina el transporte sobre el medio ambiente. De Palacio recordó que el CO2, los óxidos nitrosos y de carbón y las partículas sólidas afectan de forma dramática a la calidad del aire y, por lo tanto, a la salud de los seres vivos. El acuerdo entre la CE y los fabricantes ya ha producido resultados en este sentido, al mejorar la eficacia energética de los vehículos. El acuerdo prevé que los coches de pasajeros sólo emitan 140 gramos de CO2 por kilómetro en 2008/2009. De Palacio recordó que la UE controla las emisiones contaminantes mediante las normas Euro, que se endurecen gradualmente año tras año. Para ella, su aplicación ha supuesto mejoras considerables en la calidad del aire en Europa.
De Palacio confesó que “el paquete de medidas que ha puesto en marcha la UE para dirigir el sector del transporte hacia una movilidad sostenible a largo plazo ya muestra resultados esperanzadores en la disminución de emisiones contaminantes y en la mejora de la eficacia energética de los nuevos coches”, aunque añadió que “se requieren esfuerzos a largo plazo, porque el crecimiento de la demanda en el transporte reduce los beneficios de las mejoras en la tecnología”. Por ello, concluyó su intervención diciendo que “para responder a esos desafíos de futuro es necesaria una combinación de políticas ambiciosas, apoyo industrial y gubernamental e introducción de energías limpias que sean alternativas a los combustibles actuales”.
La opinión de la industria
En los foros organizados por Michelin también participaron los fabricantes, entre los que Jean Martin Folz, presidente del Grupo PSA Peugeot-Citroën, manifestó que “varias son las soluciones disponibles para proponer vías alternativas realistas, pero PSA cree en el diésel [gasóleo] y en las mecánicas híbridas diésel, que llegarán muy pronto”. Al mismo tiempo, confesó que para su empresa hay tres prioridades: mejorar la seguridad activa y pasiva de los automóviles, conseguir que la movilidad urbana sea una realidad y luchar contra las emisiones de CO2.