Luis Recio Mateo. Historiador.
La muerte repentina de la que fuera ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación, además de vicepresidenta de la Comisión Europea, me ha llenado de consternación.
Conocí a doña Loyola de Palacio un día frío de invierno, tal como hoy, más o menos, en la tarde noche, hace ahora diez años, exactamente, en el interior del Patio Principal de Carruajes en el Palacio de Viana.
Recordando que, en el mes de mayo de 1996, José María Aznar en su primer mandato había considerado oportuno nombrarla ministra, hizo su primera visita a Córdoba en este mismo mes de diciembre, antes de Navidad.
Por la mañana temprano recibí en casa una llamada telefónica de la Presidencia de la entidad que es hoy Cajasur, y de su presidente don Miguel Castillejo Gorraiz , tal como era habitualmente su costumbre, para solicitar mis servicios de informador turístico. Llegada ya la comitiva de la ministra al Palacio tras la amable y cordial bienvenida que le dispensaron las autoridades, tanto civiles como militares de Córdoba, el propio presidente me presentó a doña Loyola y comenzamos un breve paseo por el palacio, visitando primero la parte baja como es de rigor y la alta a continuación.
De entre todas las piezas importantes del mismo, la ministra se fijó fundamentalmente en el cuadro de la Adoración de Pastores del italiano Lucas Jordán , también llamada Fa Presto , por su corta estatura y que como recordó la ministra trabajó en España atraído por el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde a petición del último Rey de los Austrias, Carlos II , pintó al fresco en la bóveda principal de los claustros la Gloria de Dios.
Finalizada la visita al palacio, después del consabido refrigerio alimenticio de merienda-cena, en un pequeño autobús nos dirigimos a la Mezquita-Catedral.
He de hacer constar que, en la interpretación que habitualmente suelo dar del edificio islámico, presentado no solamente como un templo, un museo arqueológico o una joya arquitectónica simplemente, sino como un Palacio de Justicia y la Universidad más antigua de Europa, me sorprendió gratamente que la ministra dijera que eso ya lo había afirmado Tomás de Aquino , nuestro Santo Tomás en el siglo XIII. Igualmente, me lamenté que en el 1992, es decir, cuatro años antes, Córdoba había querido ser Capital Cultural de Europa y que Madrid nos ganó la partida. Ella dijo entonces que Córdoba debería intentarlo de nuevo. Luchando siempre por ganar, porque: "Solo se pierden las batallas que no se dan".
Al finalizar el recorrido, recuerdo, se emocionó vivamente cuando entramos en el crucero catedralicio, totalmente iluminado. Serían cerca de las diez de la noche, y en el belén expuesto, desde hace muchos años ya, tal como hoy mismo se puede ver, en la Mezquita fundacional de Abd-al Rahman I , se escuchaba el villancico de Adestes Fideles . Después de esta primera visita, la he vuelto a acompañar con el famoso comisario Fishler , con su hermana Ana y con su gran amigo Ginés Liébana . Y hoy, posiblemente, vuelva a escuchar otra vez Adestes Fideles , aunque en esta ocasión no sea ya en la Catedral de Córdoba.