07 agosto 2008

Loyola



Curry Valenzuela

14/12/06

Solo tenía 56 años al morir antesdeayer pero parece haber sido una política de hace mucho tiempo, no al uso de lo que se lleva hoy, que decía lo que pensaba, pensaba lo que quería, carecía de complejos, lleva su ideología en la solapa, no hablaba tal y como enseñan los expertos en telegenia que contratan los partidos para que sus dirigentes hablen con uniformidad y se comportaba como lo que era: una mujer trabajadora, inteligente, luchadora que resultaba ser en privado igual que en público: ella misma.

Loyola de Palacio era lo más alejado de la mujer-cuota que cualquiera puede imaginarse. Ni que decir tiene que no fue ministra-cuota. ¿Se la imaginan posando para el "Vogue" ante la puerta de La Moncloa? No, para ella la cuota era la que la Unión Europea nos subiera la cantidad permitida de subvención a los productores del aceite de oliva, para lo que dedicó semanas en convencer a aquel comisario austríaco que llegó a España creyendo que un olivo es un arbusto. Fue la única ocupante del ministerio de Agricultura en toda la historia que se hizo popular. Y se hizo popular porque agricultores y ciudadanos de los que nunca pisan el campo comprendieron que la ministra era capaz de dejarse el pellejo para defender los intereses de los hombres del campo y de los consumidores que llenan los carritos en los supermercados sin fijarse en tonterías de mujer-cuota, mucho menos en si repetía traje de chaqueta por tercera vez esa semana o si llevaba varias horas con una carrera en la media; o sea, como una trabajadora normal y corriente.

Independientemente de su sexo, era una de los últimos políticos que hemos visto en este país que nunca nos han dado la impresión de que actúan guiados por las encuestas, o para sacar más votos en las próximas elecciones, o para beneficiar más a los seguidores de su partido que a los de enfrente. Dura con el Gobierno cuando estaba en la oposición, luego era amable y deferente con sus adversarios; peleona cuando estuvo ella en el Ejecutivo, dedicaba sus lanzas contra los intereses de la generalidad de los españoles. En resumen: fue una gran persona. Y cuando una gran persona se dedica a la política acaba siendo una gran política. Descanse en paz.