17 agosto 2008

La mujer vasca más universal del último siglo


JAIME MAYOR OREJA

En el momento de escribir estas precipitadas líneas me encuentro en el Hemiciclo del Parlamento Europeo, sentado en mi escaño, muy próximo al que solía utilizar Loyola de Palacio en esta institución.

En estas breves horas que han transcurrido desde el conocimiento de su muerte soy un fiel testigo del inmenso respeto que despertaba su personalidad en las instituciones de la Unión. No son palabras vacías ni retóricas, sino todo lo contrario.

La delegación española conoció la terrible noticia en la mitad de nuestra tradicional cena de Navidad en Estrasburgo. Fue otro vasco, Carlos Iturgaiz, quien nos comunicó su fallecimiento. Les puedo asegurar que nunca había visto de qué forma, y cómo en tan pocos segundos, de modo absolutamente espontáneo, se imponía un progresivo silencio hasta que las mesas enmudecieron absolutamente.

Y es que hay gestos y actitudes espontáneas que se escuchan y se entienden mejor que las palabras, por altas que se pronuncien.

Pero esta misma mañana, pocas horas después, he visto casi llorar y enmudecer al presidente de nuestro Grupo Popular Europeo, Hans-Gert Poettering, próximo presidente del Parlamento Europeo, en el momento en que se acercaba a darme un abrazo, después de interrumpir su viaje a Bruselas, porque no quería dejar de decir unas palabras en honor de Loyola.

Minutos después, quien se emocionaba en el Hemiciclo era el sustituto de Loyola en la Comisión, su vicepresidente Jacques Barrot, después de que lo hiciera el propio presidente del Parlamento Europeo, José Borrell.

Todos los eurodiputados que se acercaban a trasladar su dolor, tanto a mí como a mis compañeros españoles, demostraban una especial emoción, diferente, distinta a la que normalmente encuentras en estas circunstancias.

Me preguntarán ustedes cuál ha sido, cuál es el secreto de Loyola de Palacio para que se haya convertido en una referencia política y moral en España y en las instituciones europeas, pero sobre todo que los sentimientos hacia ella sean distintos, diferentes, en términos de admiración y cariño. Loyola ha sido también la mujer vasca más universal del último siglo en nuestra Historia. Elijan ustedes las causas: su coraje, su valor, su fortaleza moral, su lealtad, su generosidad.

Pero en estas horas a mí me gustaría, tal vez, destacar, de todos estos indudables valores de Loyola, uno de ellos: su capacidad de sumar y de amar a su entrañable tierra vasca, a su querida España y a su anhelada Unión Europea. Siempre con pasión, lealtad y entusiasmo.

Loyola era y se sentía muy vasca; era y se sentía muy española; era y se sentía muy europea. Porque su pasión, su amor, su trabajo, su generosidad, no tenía límites ni admitía fronteras. Por eso, lo reitero, ha sido y es la mujer vasca más universal que haya conocido.

http://www.elmundo.es/diario/espana/2061410.html