Apertura de la Conferencia -octubre de 2007
Diego del Alcázar
Presidente
Loyola de Palacio era una mujer apasionada. Uno de sus dichos favoritos era: “la única batalla que se pierde es la que no se da”. En el Parlamento, el Gobierno español o en la Comisión Europea trabajó con impecable precisión y detalle con normas, instituciones y procesos muy complejos. Pero siempre miraba más allá de los aspectos meramente legales, económicos y técnicos. En el País Vasco, en España y en la Unión Europea se esforzó por alcanzar ideales como la prosperidad compartida, mayores cuotas de libertad económica y política, oportunidades para todos.
Vivió por completo la máxima de Hanna Arendt, “vayas donde vayas, serás un ciudadano”. Siempre fue una ciudadana activa, defendiendo una visión cosmopolita y unos ideales que son muy necesarios en este mundo cambiante. Como dijo recientemente el Abogado General Miguel Maduro, en el curso actual de la integración en nuestro continente, “tenemos que encontrar a la Beatriz que inspire al Dante de Europa”. Loyola estaba especialmente capacitada para esta tarea de personificar a Beatriz y, por tanto, cambiar la manera de hacer política en la UE, para aportar pasión y una visión renovada de los valores. Era una auténtica mujer de Estado.
Loyola estaría contenta de oírnos hablar sobre el futuro de la energía europea.
Diego del Alcázar
Presidente
Loyola de Palacio era una mujer apasionada. Uno de sus dichos favoritos era: “la única batalla que se pierde es la que no se da”. En el Parlamento, el Gobierno español o en la Comisión Europea trabajó con impecable precisión y detalle con normas, instituciones y procesos muy complejos. Pero siempre miraba más allá de los aspectos meramente legales, económicos y técnicos. En el País Vasco, en España y en la Unión Europea se esforzó por alcanzar ideales como la prosperidad compartida, mayores cuotas de libertad económica y política, oportunidades para todos.
Vivió por completo la máxima de Hanna Arendt, “vayas donde vayas, serás un ciudadano”. Siempre fue una ciudadana activa, defendiendo una visión cosmopolita y unos ideales que son muy necesarios en este mundo cambiante. Como dijo recientemente el Abogado General Miguel Maduro, en el curso actual de la integración en nuestro continente, “tenemos que encontrar a la Beatriz que inspire al Dante de Europa”. Loyola estaba especialmente capacitada para esta tarea de personificar a Beatriz y, por tanto, cambiar la manera de hacer política en la UE, para aportar pasión y una visión renovada de los valores. Era una auténtica mujer de Estado.
Loyola estaría contenta de oírnos hablar sobre el futuro de la energía europea.