Por Severo Moto Nsá. Madrid.- 14 de diciembre de 2006.
“Sé que quieres que te reciba mi hermana. La hablaré…” Estas son las últimas palabras de fuerte sabor maternal que recibí de Loyola.
Ella había sido invitada por el Partido Popular de Fuenlabrada, en una fiesta de Navidad a la que también fui invitado. Perdido en medio de la multitud de militantes que atestaban el gran salón de recepción, fui descubierto por ella. No solo me invito con la mano a acercarme, sino que abandonó la tribuna, se me acercó y me dio dos besos. ¡Como siempre!
Conocí a Loyola de Palacio en el año 1.979. Era una dinámica y arrolladora Secretaria de Luís María Ansón, entonces Presidente de la Asociación de la Prensa. Viajamos luego juntos, a Méjico para asistir a la entrega de los Premios Efe, de Periodismo al calor del mismo Luis M.Anson. En este mismo viaje se creó la FIAP (Federación Iberoamericana de Asociaciones de Prensa) de la que, desde entonces, como periodista guineo ecuatoriano, soy miembro fundador.
Luego, al exiliarme en España, en el invierno de 1.982 y fundar el Partido del Progreso en Madrid, un año después -muy especialmente al fundirse el Partido PDP y AP para la botadura del Partido Popular- Loyola de Palacio volvió a irrumpir en mi vida, tendiendo sobre el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial un verdadero manto de ayuda, protección y compañía.
Era Loyola de Palacio una de las manos del Partido Popular tendidas al Partido del Progreso. Mano ungida del calor de la amistad y el mutuo y sincero respeto; compañera cristiana y democrática que dejó siempre muy claro, sin ambages ni remilgos su cariño por Guinea Ecuatorial por el hilo conductor del Partido, amigo, del Progreso. Fuimos fervientes consultores de Loyola, en aquellas reuniones, aderezadas de almuerzos cordiales en el Senado. Sentíamos en nuestras venas políticas el empuje de Loyola que parecía querer romper barreras y situarnos a las puertas del triunfo electoral en Guinea Ecuatorial.
Recibió con gran atención e interés el nacimiento del Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio. Anduvo, decidida, el largo camino de un encuentro con su hermana Ana, Ministra de Asuntos Exteriores. Camino que quedó truncado; encuentro que quedó colgado en la serena frase de la Ministra Ana, al referirse al Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio: “ Es un fenómeno que vamos a estudiar”
Se nos ha ido nuestra Loyola de Palacio, como un soplo de Dios, por los arrabales de la Eternidad. Ahora es más amiga, más compañera, más madre del Partido del Progreso. Ahora nos tararea: “…Aunque me voy, yo volveré…”
Posamos, Loyola de Palacio, sobre tu tumba, lágrimas africanas congeladas para siempre en tu recuerdo. ¡Agur jaunac!