27 febrero 2007

NUESTRA SEÑORA DE LA FLOR DE LIS


Notas Cortas

NUESTRA SEÑORA DE LA FLOR DE LIS

2006

Por Joaquín Domínguez Pereira

Desde que Loyola de Palacio fue madrina de una de las campanas de la Almudena he ganado múltiples apuestas que, por supuesto, como jugaba con ventaja, nunca hice efectivas. Se trataba de enumerar las cuatro advocaciones marianas de Madrid. Muchos conocían las de la Almudena y la Paloma, algunos añadían la de Atocha a aquellas dos, pero no encontré a nadie que supiera la de Nuestra Señora de la Flor de Lis.

Ahora, con motivo del solemnísimo funeral por Loyola celebrado en la catedral de Madrid y oficiado por el Cardenal me he puesto a indagar sobre esta advocación. No me fue difícil encontrar datos. Helos aquí.

Aunque no se descubrió hasta 1623, la pintura es mucho más antigua pues es coetánea del rey Alfonso VI, el ultimo conquistador de Madrid. La primitiva iglesia se dedicó a esta advocación consagrándola en 1083 el Arzobispo de Toledo don Bernardo de Agen siendo Papa Urbano II. Más tarde la pintura quedó oculta por la instalación de la imagen de la Virgen de la Almudena, perdiéndose su memoria.

En 1623 la reina Isabel a punto de dar a luz a la infanta doña Margarita ordenó el traslado al altar mayor de la Virgen de la Almudena para implorar su mediación rezándole una novena. Fue entonces, al quitar unos tableros del retablo mayor para hacer sitio a la imagen de la Almudena, cuando se descubrió en la pared la pintura de la Virgen de la Flor de Lis. Con las prisas para iniciar la novena, se tapó enseguida la pintura descubierta, no sin antes hacer una copia de ella.

Quince años después, en 1638, se separó de la pared el trozo de ladrillo y yeso en el que estaba pintada la imagen y se trasladó al pie de la iglesia. Según Quintana, contemporáneo del hecho, había sido mandada pintar por el rey Alfonso VI, atribuyendo la flor de lis que la Virgen lleva en la mano derecha al hecho de que la reina doña Constanza de Braganza, tercera esposa de Alfonso VI, fuera francesa.

Nos encontramos aquí con la primera coincidencia. Doña Urraca, hija de don Alfonso y doña Constanza, dio a luz en Caldas de Reyes a un hijo, Alfonso de Raimundez, fruto de su primer matrimonio con el noble francés Raimundo de Borgoña. Al fallecimiento de su padre, doña Urraca, que ya era la titular de los Condados de Galicia y Portugal, heredó los reinos de Castilla y León y durante los años en que estuvo casada con su segundo marido, Alfonso I de Aragón, fue también reina de Aragón. Alfonso Raimúndez, al fallecimiento de su madre, reinó con el nombre de Alfonso VII el Emperador. La campana con la advocación mariana de la Flor de Lis se fundió en Caldas casi novecientos años después de que en ese mismo lugar naciera el nieto de doña Constanza.

Segunda coincidencia. En 1834 una Congregación de Jardineros nombró su Patrona a la Virgen de la Flor de Lis, sin duda por alusiones, trasladándola de nuevo a su capilla. Más tarde, al derruirse la iglesia, se trasladó a la del Sacramento y posteriormente a la cripta de la Almudena, donde se encuentra en la actualidad. En 1850 la Congregación colaboró activamente en la creación de la Escuela de Agricultura. Un siglo largo más tarde, Loyola de Palacio se hizo cargo del Ministerio competente.

Y hay una tercera coincidencia. Las cuatro campanas fueron donadas a la catedral de la Almudena por un grupo de gallegos residentes en Madrid. La torre donde fueron instaladas las campanas se llamaba, desde siempre, “de los gallegos”.

Sevilla, 30 de diciembre de 2006