04 noviembre 2008

Unas palabras desde Galicia


LOYOLA DE PALACIO:
Una grán perdida para España

por: Manuel Fraga Iribarne
Senador

Loyola de Palacio era una mujer vasca, que a lo largo de su vida fue una excepcional servidora de España. Conociéndola bien, aún me ha sorprendido que es una de esas escasas figuras que recogen elogios generalizados, incluso de personas u órganos de opinión, que no coinciden con sus ideas o su posicionamiento político.

Tuve la honra de acompañarla a lo largo de su brillante carrera. Sin ningún sistema de cuotas -que no discuto- alcanzó los puestos importantes de una gran carrera política. Fue la primera Presidenta de las Nuevas Generaciones del Partido Popular; fue una gran Ministra de Agricultura y Pesca y logró la Vicepresidencia de la Comisión Europea. Tuvo gran y reconocido éxito en todos sus cargos; trabajadora día y noche, contagiaba su fuerza y arrastraba el entusiasmo a todos sus colaboradores; mantenía en todo momento, y sabía transmitirlo, el mismo entusiasmo y convicción de propios y extraños.

Estaba ahora preocupada por uno de los grandes problemas del mundo de hoy, el problema de la energía, cada vez en mayor demanda, a precios más elevados, cuando se van agotando o escaseando sus fuentes tradicionales: los combustibles fósiles, las fuerzas hidráulicas (dentro del cambio climático) y todos los conocidos. Se interesaba -en lo que he coincidido- por las posibilidades de la energía nuclear, cada vez más capaz de superar las dudas de algunos.

A esa persona entrañable, capaz de lograr amigos incluso entre los que no coincidía plenamente con sus planteamientos, y a su buena fé nadie puede ponerla en duda.

Defensora de Europa, amaba y vivía para España, y luchaba por Galicia. Como gran entusiasta de Galicia, era frecuente verla en nuestras Rías, practicando deporte, o en cualquier pueblo o aldea gallega cuando se escapaba a nuestra tierra buscando la compañía de la gente anónima, que disfrutaban de ella haciéndola partícipe de sus vivencias, sus alegrías o sus problemas. Sin duda, allá dónde esté seguirá velando por su gente.

Deja, por desgracia, una herencia importante. Deja amigos y admiradores por todas partes que daremos testimonio de su ejemplaridad. Una mujer vasca, una gran española, persona ejemplar en la Unión Europea (a medio hacer), una mujer con un gran futuro, si la Divina Providencia no hubiera dispuesto que ya se había reunificado bastante, y merecía el descanso eterno. Descanse en paz, que su ejemplo nos arrastre a todos, en estos momentos de confusión.

De ella sólo saldremos haciendo de la confusión acuerdos realistas, lejos de los extremos, como ella buscó siempre y demostró que es posible realizarlo. Todos recordamos su faz tranquila, en la salud y en la enfermedad, en el éxito y en rechazo. Y estamos seguros de que seguirá asistiéndonos, en el espíritu, desde otra vida mejor, donde encuentre por fin el descanso y la posibilidad de que su ejemplo nos lleve del modo más conveniente: sin buscar el éxito personal, pero sí la convicción intelectual y el ejemplo del mejor espíritu. Dios la bendiga y la premie.
CD -enlace-