19 diciembre 2008

La campaña de 1999


Miércoles, 19 de mayo de 1999

EL MUNDO periodico

LUCIA MENDEZ

En el feudo de Bono


Con un teléfono móvil plateado en la mano, su casta camisa de flores ya descolocada, Loyola -así, sin apellido, es como la llaman todos- echa la cabeza hacia atrás en el asiento de su furgoneta y exclama: «Voy a sofronizarme para tragarme este sapo sin responder como se merecen». Mientras la monovolumen en la que viaja con su jefe de campaña y los escoltas consume kilómetros a toda velocidad, la candidata ha recibido una llamada en la que le dicen que Manuel Chaves la ha acusado de corrupta por el tema del lino.

No es que haya perdido del todo su impenitente sonrisa, pero se la ve preocupada e indignada. «Estoy hasta el gorro del lino, hasta el gorro de la demagogia de los socialistas». En un primer momento, duda si responder o no con dureza a estas acusaciones. Finalmente, opta por mostrarse moderada, para lo cual ha de hacer grandes esfuerzos de contención. Cree que con estas tonterías, al final en Bruselas se van a cabrear y pueden correr peligro las subvenciones de este cultivo.

Desde que fue elegida por Aznar para ocupar el número uno de la lista del PP al Parlamento Europeo, Loyola de Palacio no ha parado. En realidad, no ha parado durante toda su vida, pero ahora va a matacaballo. «Necesito pantalones, pero no tengo tiempo de ir de compras». Su hermana, Ana, que también va en la lista europea, quiere a toda costa modernizarla y le ha comprado un traje azul. «Es precioso, me lo pondré la noche electoral». Hoy, 17 de mayo, ha elegido adentrarse en territorio Bono. «Sé que es difícil ganar aquí, pero hay que intentarlo». Primera parada: Campo de Criptana, el pueblo de Sara Montiel. Cueva típica «La Martina», rodeada de molinos de viento. Comida con dirigentes locales y cooperativistas.

Loyola decide olvidarse de su pretensión de adelgazar de aquí a las elecciones. «Prueba estas gachas, están riquísimas». Ella advierte a los comensales de que deben cambiar la variedad de uvas que cultivan y les explica cómo se las gastan en Bruselas: «O andas muy listo, o te quitan la cartera, muy amigos, muy amigos, pero la burra en la linde».

Y el lino, otra vez. «Bono y los socialistas, con tal de dejarme a mí tuerta, son capaces de dejar a todo el mundo ciego». «A todo cerdo le llega su San Martín», responde alguien mientras van cayendo botellas de vino Macabeo. Un admirador se lamenta: «Aquí siempre hemos tenido ministros de Agricultura tontos, para una vez que nos sale lista se tiene que ir». «No me voy a la Luna», contesta ella. Con palabras parecidas se bromea en el PP. «Loyo, ya sabes, no hay mejor forma de salir del Gobierno que haciéndolo bien», le dijo el otro día un compañero de partido.

De Puerto Lápice a Pedro Muñoz, también con alcalde socialista. De charla con agricultores a visita a un colegio de educación especial. En el partido lo han creído conveniente para demostrar que la sensibilidad social no es sólo cosa del omnipresente José Bono. Los dirigentes populares castellano-manchegos se sienten inermes ante el presidente socialista de la Junta. No saben cómo vencerle. A Domingo Triguero, celebridad regional del PP, se le ocurre una forma: «La única que le ha plantado cara como se merece es Loyola, si se presentara aquí, ganaría de calle».

Entre fábrica y fábrica, apenas le da tiempo a peinarse. Todos quieren que se pase por su empresa. Sin parar un segundo, cierra el día con un mitin en Alcázar de San Juan, otro feudo del PSOE. La asistencia es discreta. Ya de vuelta a Madrid, a las doce de la noche, La candidata oye en la radio que Marcelino Oreja ha renunciado y ella será la futura comisaria. No dice nada, sólo sonríe. «Espero que nos toque una comisaría con competencias importantes, como Dios manda».