ASAJA: Loyola de Palacio como ministra de agricultura
15/12/2006
José Antonio Turrado; Secretario general de ASAJA de Castilla y León
Hay en las hemerotecas de la prensa agraria no pocas críticas de ASAJA y particularmente mías a la que fue ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, durante el ejercicio de su función. Críticas propias de quienes no tienen ataduras políticas y ejercen su obligación de exigir siempre más a quien gobierna para el colectivo al que representan. Dicho esto, es justo reconocer que en la etapa de Loyola de Palacio se sentó en la mesa del Consejo de Ministros, representando al campo español, una persona con sobrada capacidad, con reconocido espíritu de trabajo, y con influencia tanto en el partido político que sustentaba el Gobierno, el Partido Popular, como en el propio presidente José María Aznar. A diferencia de situaciones actuales, Loyola mandaba en el ministerio, ponía a su equipo y lo hacía trabajar, y era responsable de lo bueno y de lo malo que se decidía en Atocha, pues no era títere de nada ni de nadie.
Quizás ya nos quede lejos esa reforma de la PAC del 2000 de la que fue protagonista en la negociación, y de donde siempre vino con más dinero que en la etapa anterior, justo lo contrario de lo que ocurre ahora. Afrontó la crisis del sector lácteo consiguiendo un incremento de cuota lechera para España sin precedentes en este tipo de negociaciones, y frenó intentos de reforma de algunos sectores en los que España se jugaba mucho, reformas que la Comisión tuvo que dejar para mejores momentos. No sé si su estilo de negociar es el mejor para conseguir cosas en Europa, pero lo cierto es que a ella le funcionó. Loyola de Palacio mantuvo unas buenas relaciones como ministra con los consejeros de Agricultura de las diferentes comunidades autónomas, y si algún pero se le puede poner es que tratara en muchas ocasiones peor a los de casa que a los oponentes políticos. Tampoco fue difícil la relación con las organizaciones agrarias, aunque en esta materia se limitó a llevar una línea continuista con sus antecesores y que han seguido, quizás con peor estilo, los que le han sucedido. En su etapa de Comisaria allanó no pocos caminos a Arias Cañete, y a buen seguro su anterior trayectoria agrarista dejó impronta en una Comisión en la que cada uno va a lo suyo y a lo de su país.
Loyola de Palacio, en su calidad de diputada por Segovia, mantuvo una relación muy estrecha y de desmesurado apoyo a la COAG, a la COAG del fallecido Gregorio de la Fuente, algo que nunca llegó a entender quien tanto la admiraba, el también fallecido Manuel Sanz Gil, presidente regional de ASAJA, con el que tuve la fortuna de compartir todas las responsabilidades en la organización. La influencia de Loyola fue decisiva para que el Partido Popular abriese en Castilla y León la puerta a no pocos cargos públicos locales con reconocida militancia en la COAG, y se le apoyase sin tapujos en diferentes provincias cuando se celebraron elecciones a Cámaras Agrarias.
Loyola de Palacio era cabezota como ella sola. Se empeñó en cuestionar los nuevos regadíos de León, algo de lo que sabemos bastante Demetrio Espadas, Jaime Lobo, José Valín y yo mismo. No le pude perdonar que dejase el ministerio sin admitir que León necesitaba las infraestructuras de riego en Payuelos, y que tuviera que ser el soriano Jesús Posada quien arreglase el entuerto y pusiese los cimientos para que el día de hoy se estén poniendo tuberías.
Es de justicia reconocer, tras su lamentable fallecimiento, el esfuerzo y dedicación de Loyola de Palacio para con un sector como el agrario, en el que un político poco puede lucirse, y donde se suelen llevar más sinsabores que alegrías. Pero quizás lo que haya que agradecer es que Aznar, cuando pensó en agricultura, pensó en una política que daba la talla, y que además era mujer. Descanse en Paz Loyola de Palacio.