Publicado en El Mundo 11-mayo-2000
TRIBUNA LIBRE
Medio siglo de Europa
El proceso de construcción europea tiene legítimo derecho a conmemorar su medio siglo de existencia con una doble alegría. En primer lugar, porque la semilla plantada el 9 de mayo de 1950 por Robert Schuman se ha convertido en árbol frondoso, a cuya sombra ha crecido una nueva Europa en paz y en prosperidad. Pero en segundo lugar, resulta necesario añadir que el proceso europeo debe afrontar los confines entre el siglo XX y el XXI con la ampliación de sus actuales fronteras, para pasar de los 15 miembros actuales a los 27, sin olvidar los ocho previsibles nuevos candidatos que también desean integrarse en el gran recinto que proféticamente anunció Robert Schuman hace ahora 50 años, cuando propuso el nacimiento de
En aquellos momentos, Robert Schuman no cumplía un acontecimiento rutinario de los usos diplomáticos vigentes hasta entonces, porque su propuesta saltaba la barrera infranqueable de los acuerdos bilaterales entre naciones -donde nadie renunciaba a determinados abandonos de soberanía- para implantar una institución superior capaz de regular las dos industrias francoalemanas de armamentos. Esta nacía con vocación de «realizar las primeras bases concretas de una Federación Europea indispensable para la preservación de la paz».
Se obtenía una cláusula de paz, en primer lugar, cuando todavía el rescoldo de
Desde entonces, Europa ha crecido como identidad superior gracias a la buena voluntad de los estados que firmaron los Tratados de Roma, de Maastricht y de Amsterdam, además del Acta Unica, etapas todas ellas convergentes, para asociarse en una figura sin precedentes dentro del Derecho político, a la que hoy todavía no se le ha encontrado etiqueta jurídica de entendimiento universal.
El original camino abierto en la Declaración del 9 de mayo de 1950 encierra un método de trabajo, que posiblemente sea su más precioso legado, y que debemos recordar cuando Europa se encuentra en un momento crítico ante el fenomenal acontecimiento de la gran ampliación pendiente.
Hace 50 años Robert Schuman decía lo siguiente: «Europa no se realizará de golpe, ni tampoco como una construcción conjunta. Europa se hará por realizaciones concretas, destinadas en primer lugar a una solidaridad de hecho». Era la táctica del paso a paso, la que nos enseñó Robert Schuman para sostener de manera simultánea el crecimiento de la solidaridad y, a la vez, frenar las imprudencias que algunos impacientes, tan llenos de buena voluntad como de escaso sentido, pretendían cambiar con tácticas de aceleración.
Es seguro que
Sobre esta cuestión no caben ambigüedades ni trapisondas, porque todos ellos tienen la voluntad de unirse a sus hermanos que se libraron del dominio soviético y han alcanzado una espléndida prosperidad.
Puesto que todos estamos de acuerdo en abrir
La Europa al borde del siglo XXI no es la Europa de la posguerra mundial y, por lo tanto, nuestros problemas futuros son diferentes a los que Robert Schuman soportó cuando hizo su propuesta hace 50 años.
Es cierto que las diferencias políticas son enormes entre 1950 y el año 2000 y que ahora serán más fáciles ciertas cosas que entonces eran terribles, ya que en nuestro tiempo no son los problemas de la paz y de la guerra entre sus países miembros los que tratará de remediar
Es otro orden de dificultades el que nos aguarda... a partir del 2002, pero personalmente no creo que sean insuperables, ni que puedan desembocar en el fracaso. Cuando Robert Schuman hizo su propuesta de unión entre las industrias del carbón y del acero de Francia y Alemania fue calificado por determinados políticos franceses como el conductor de un «complot legal». Medio siglo más tarde los que acusaban a Schuman sólo podrían pedir perdón por tanta ceguera y tanto odio.
A nuestra generación le queda protagonizar la segunda parte del proceso y, esperamos haber aprendido las lecciones de Robert Schuman. Europa sabe que puede hacerlo a la sombra de unas banderas que pregonan como lema europeo la «unidad en la diversidad». Así queremos ser, unidos y diversos.