M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO:
De Palacio pertenecía a una generación de políticos que no se aprovecharon del cargo que ejercieron y, en su entorno, hay bastantes con ese perfil.
No debería extrañarnos en la medida en que la política es un servicio a la comunidad pero, en el clima de desvergüenza aprovechada en que nos movemos, produce nostalgia reconocer el buen “talante” de un político. Un político de verdadero “talante” es aquel que no presume de serlo sino que lo ejerce con naturalidad porque lo encuentra obvio. Cuando un político se vende a sí mismo alegando como mérito lo que es un mínimo en su profesión, debemos sospechar que no va a buscar el máximo, es decir, no va a esforzarse hasta su mayor nivel de excelencia puesto que piensa que el mínimo ya es el máximo, no es un punto de partida sino de llegada.
En el caso de la generación de políticos a la que pertenecía Loyola de Palacio, aunque les pese a algunos, había muchos “cachorros de Fraga” como decía Rato de sí mismos al referirse a su amiga fallecida y a él.
De Palacio pertenecía a una generación de políticos que no se aprovecharon del cargo que ejercieron y, en su entorno, hay bastantes con ese perfil.
No debería extrañarnos en la medida en que la política es un servicio a la comunidad pero, en el clima de desvergüenza aprovechada en que nos movemos, produce nostalgia reconocer el buen “talante” de un político. Un político de verdadero “talante” es aquel que no presume de serlo sino que lo ejerce con naturalidad porque lo encuentra obvio. Cuando un político se vende a sí mismo alegando como mérito lo que es un mínimo en su profesión, debemos sospechar que no va a buscar el máximo, es decir, no va a esforzarse hasta su mayor nivel de excelencia puesto que piensa que el mínimo ya es el máximo, no es un punto de partida sino de llegada.
En el caso de la generación de políticos a la que pertenecía Loyola de Palacio, aunque les pese a algunos, había muchos “cachorros de Fraga” como decía Rato de sí mismos al referirse a su amiga fallecida y a él.