Ginés Liébana enseñó a pintar a Loyola y compartía con ella una forma de vivir con optimismo, originalidad y creatividad en la que el mundo de las ideas era su rosa de los vientos. Loyola era una gran pintora y escritora.
Ginés dice que Loyola pintaba como era: con garra, decidida, valiente, arriesgada y sin dudar el trazo.