30 mayo 2009

Archivo: Loyola y la energía

NUEVA ECONOMÍA FORUM – ORGANIZACIÓN INDEPENDIENTE DE DEBATE

Intervención de Dª Loyola de Palacio

Madrid, 24 de mayo de 2006

“LA ENERGÍA: RETO DEL SIGLO XXI”

En primer lugar, mi agradecimiento a D. José Luís Rodríguez, al FORO NUEVA ECONOMÍA y a los patrocinadores de este desayuno informativo por la gentileza de haberme invitado para tratar un tema, no solo de gran actualidad, sino de importancia crucial. No es difícil encontrar voces que lo consideran vital tanto para el futuro de nuestra civilización como para la vida en nuestro planeta, porque

Si no hay energía, si no hay agua, no hay vida.

En los últimos meses las cuestiones relacionadas con la energía se han puesto de gran actualidad, arrastradas por distintos acontecimientos nacionales e internacionales.

El escalofrio que ha recorrido Europa, ante el corte de gas este invierno por las disputas entre Rusia y Ucrania que, dejaban al descubierto la fragilidad de la Unión Europea ante su dependencia exterior energética, no solo en cuanto al problema de los contratos de suministro, sino también de transporte y tránsito.

Los elevados precios de las materias energéticas

Las operaciones de concentración y control de unas empresas energéticas por otras.

Por no hablar de nacionalizaciones, como la de Repsol en Bolivia.

La realidad es que cuando en el verano de 1999 fuí designada Vicepresidenta de la Comisión Europea y Comisaria de Energía, manifesté la urgencia de impulsar un debate sobre una política energética en la Unión para mejor afrontar la garantía de suministro energético y los problemas relacionados con la lucha contra el cambio climático, teniendo en cuenta que la utilización y producción de energía, supone más del 80% de los gases efecto invernadero en el planeta, y que la U.E. importa más del 50% de su consumo, 90% en el caso de España.

· A lo largo de esos años saqué adelante :

1. El primer Libro Verde sobre seguridad y abastecimiento energético en Europa.

2. Impulse la realización y consolidación del mercado interno de la energía, con reglas claras y transparentes; la puesta en competencia de este sector estratégico hasta entonces fuertemente regulado, consiguiendo un :

Descenso generalizado de los precios para el consumidor final y las empresas, con sus implicaciones en la mejora de la competitividad y la creación de empleo.

Ruptura de monopolios que facilitaron a nuevos actores su entrada en los mercados energéticos.

Un ambicioso plan de mejora de las infraestructuras e interconexiones

3. Institucionalización del diálogo y la cooperación energética, con nuestros principales abastecedores como Rusia, Noruega y Argelia, la participación en el Foro Internacional de la Energía y el inicio de conversaciones con la OPEP y la mejora de la colaboración con la Agencia Internacional de la Energía.

A lo largo de mi presentación no voy a insistir en estos aspectos, como tampoco en los desaciertos o más propiamente dicho, los desatinos de los actuales responsables en materia energética de nuestro país, cuya gestión, si se puede calificar de tal, se está caracterizando por la ausencia de decisiones y dejar la nave de nuestros intereses energéticos “al pairo”, cuando no a merced de corrientes y derivas.

No voy ha tratar del déficit tarifário, ni de O.P.A.S, ni de la inseguridad de Libros Blancos que se anuncian y presentan para violarlos flagrantemente a las 24 horas de su publicación, aunque por supuesto todos estos temas pueden surgir en el debate.

Quisiera centrarme en lo que anuncia, el titulo de este debate: “LA ENERGÍA: EL RETO DEL SIGLO XXI”

La energía que, paradójicamente, sólo supone el 4% del PIB mundial, pero presenta dos características singulares:

Su gran peso en el comercio mundial, especialmente entre bloques económicos

La enorme amplificación de las oscilaciones del mercado energético con el crecimiento económico mundial.

Ello hace que la energía sea ante todo, un problema mundial. No caben soluciones nacionales o regionales, aunque bien es cierto que los puntos de vista de los consumidores no son los mismos que los de los productores. Hasta los paraísos, los Estados o regiones especialmente favorecidas por la naturaleza en estas materias, como pueda ser Islandia o Noruega, están afectados por su evolución.

El problema al que nos enfrentamos no es otro que el propio AGOTAMIENTO DEL ACTUAL MODELO ENERGÉTICO y urge afrontar con rigor esta realidad. Es necesario superar el modelo basado en los combustibles fósiles.

A partir del Siglo XIX, la sustitución de la biomasa por el carbón mineral y este por el petróleo y ahora por el gas, ha sido capaz de multiplicar por seis la población del planeta, en poco más de 150 años. Hoy más del 80% de la energía que se consume en el mundo se obtiene mediante la utilización de combustibles fósiles y tenemos casi el doble de partículas de CO² en la atmósfera que entonces. Ello ha venido acompañado con un desarrollo técnico y económico espectacular.

La revolución verde que ha permitido multiplicar de manera espectacular los alimentos a nivel mundial y posibilitado 6.000 millones de personas en el planeta ha sido posible gracias a la mecanización, es decir, petróleo y los abonos, es decir, petroquímica.

Sin embargo, hoy, se hacen sentir las tensiones que se originan cuando amplias capas de la humanidad, como la China o la India, con un 40% de la población mundial, comienzan a tener acceso al desarrollo económico y un consumo anteriormente reservado a los países más avanzados.

Hace dos semanas, tuve la ocasión de participar como moderadora en un panel del 10º Foro Internacional de la Energía que se celebró en Doha (Qatar). Este es un organismo informal, aunque con Secretariado permanente en Ryad donde se reúnen los ministros de Petróleo y Energía de los principales países productores y consumidores. Asisten también la Agencia Internacional de la Energía y la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP). Pues bien, allí, la totalidad de los participantes coincidían en señalar que los combustibles fósiles cubrirán mayoritariamente el panorama energético en la primera mitad de este siglo. Sin embargo ha resultado curioso contemplar que, aunque se ha reiterado hasta la saciedad que existen reservas de petróleo suficientes para los próximos 30 años, por primera vez a la hora de valorar los inventarios se han incorporado los llamados petróleos no convencionales (arenas y esquistos bituminosos) y las capacidades de síntesis de gas a líquido (GTL), o carbón a líquido.

Si bien no resulta políticamente correcto desempolvar las teorías de Hubbert sobre el “peak oil”, o máximo de producción, se admitía que las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía en que pronostica un consumo de más de 115 millones de barriles día en 2030, serán de imposible cumplimiento porque entonces no habrá capacidad de producir esos volúmenes. También resulta dificil de aceptar su previsión para entonces de que los combustibles fósiles sigan representando mas del 80% del mix energético mundial, con un incremento previsto de consumo de 60% entre 2003 y 2030.

La tecnología siempre ha jugado un importante papel en ampliar las reservas de hidrocarburos, o en la posibilidad de extracción de las mismas. Las voces que desde el embargo de 1973 predicaban su agotamiento parecían superadas. Sin embargo, ya no resulta tan sensato confiar en la tecnología de una forma ilimitada en la búsqueda de nuevos yacimientos. La ley de los rendimientos decrecientes se cumple también aquí. Basta comprobar que si bien en términos monetarios esta realidad puede quedar enmascarada, en términos de balance energético aparece con claridad meridiana. Cada vez se necesita más energía para extraer un barril de petróleo del subsuelo. Si en los años 60, con la energía contenida en un barril de petróleo se podían extraer 50, hoy este ratio es de 1 a 5 y todavía más bajo en los yacimientos en aguas profundas.

El viejo modelo energético comienza su ocaso dejando tras de sí las más altas realizaciones en nivel y calidad de vida, en desarrollo tecnológico, social y cultural, que haya visto civilización alguna, pero deja sin resolver cuatro grandes desafíos:

1. El futuro incremento de la dependencia de los países consumidores en un cada vez más reducido número de países productores de combustibles fósiles, lo cual va a exacerbar las tensiones sobre el aprovisionamiento energético y la tentación de usar estas como arma política o de presión, en el periodo de transición.

2. El incremento de las emisiones de gases efecto invernadero con efectos perversos en el clima y la sostenibilidad de la prolongación del actual modelo energético, en su fase de transición.

3. Las carencias energéticas de los países menos favorecidos que condenan a sus habitantes a carencias materiales y productivas que la mundialización y el desarrollo del conocimiento hace insoportable y se manifesta en fenómenos tan brutales como la migración masiva. Algo que no se había visto desde el siglo III de nuestra era.

4. La falta de una alternativa clara de fuentes energéticas a los combustibles fósiles, hasta hoy renovables y nuclear.

Vienen tiempos difíciles.

Al menos en los próximos 5 años, los precios en los mercados del petróleo y del gas van a seguir muy tensionados, altos y volátiles. Hoy sufrimos la falta de inversiones suficientes en el sector desde mediados de los 90. No existen casi márgenes en el terreno de la producción. El transporte reclama diversificar las rutas y modos y aparecen cuellos de botella en puntos estratégicos como ciertos estrechos y canales. Algunos productos refinados tienen insuficientemente cubierta la demanda. Cualquier huelga, conflicto o catástrofe natural implica grandes tensiones en los mercados.

No se vio venir el despegue formidable de China e India con crecimientos sostenidos del 9 y 10% en los últimos años. Solo en el 2002, China incremento su consumo energético en 100 M tn., equivalentes, el 1% mundial y aumentó sus emisiones de Co² en 450 M tn., mas que todo el ahorro que ha de realizar la U.E. de cara al 2012 para cumplir con Kioto. Hoy sufrimos la falta de previsión y de incremento de capacidades.

En cualquier caso ha terminado la era de la energía barata.

Será necesario incrementar los esfuerzos actuales en cooperación internacional y diálogo multilateral, diálogo productores-consumidores, una política energética europea, así como relaciones más estrechas con nuestros principales proveedores, a fin de suavizar las tensiones que sin duda aparecerán en ambos lados. Remover las barreras de mercados protegidos o excesivamente regulados que impiden el claro y rápido traslado de las señales de los precios a los mercados.

La transición al nuevo modelo energético, será tanto menos traumática, cuanto mayor sea la colaboración entre productores y consumidores, y sobre todo a la hora de coordinar y sumar esfuerzos para gestionar el mercado y evitar al máximo la volatilidad y las graves tensiones. En el terreno de la investigación tanto para quemar los recursos fósiles de la manera más límpia posible, (captura de CO² y otras tecnologías), como para buscar alternativas seguras y lo más limpias posibles.

Las economías desarrolladas, creo que deberán utilizar este horizonte para, haciendo de necesidad virtud, aprovechar un periodo de alza generalizada de los precios para incrementar la eficiencia energética (campo donde hay mucho que hacer) pero sobre todo, mediante las innovaciones tecnológicas necesarias, anticipar un aterrizaje suave en un nuevo modelo energético.

También habrá que impulsar la transferencia tecnológica a los países en vía de desarrollo para favorecer en los mismos una mejor y mayor utilización de la energía.

Permítanme unas rápidas pinceladas a cuatro cuestiones que sin duda saldrán en el debate y que son claves de futuro: Eficiencia, Renovables, Nuclear e Hidrógeno.

Eficiencia

La eficiencia, sencillamente hacer lo mismo con menos consumo energético, es decir, ahorrar, exige dos tipos de actuaciones:

1. Nuevos desarrollos tecnológicos.

2. Un cambio de mentalidad, no podemos seguir instalados en el despilfarro. Los precios elevados van a tener un impacto decisivo, además hay regulaciones que pueden acelerar el proceso, así la eficacia energética de los edificios, y las calderas y sistemas de refrigeración; el etiquetado de los aparatos electrónicos y electrodomésticos; o los acuerdos voluntarios como en el sector del automóvil.

Renovables

Hay que potenciar las renovables al máximo. Personalmente he luchado por impulsar su utilización en la Unión Europea, mediante Directivas, Reglamentos, Programas, Marco estable de ayudas y subvenciones o planes de acción. Pero las renovables son lo que son, están ligadas a fuentes de energía difusas que tienen problemas de estabilidad, de gestión, de previsión y que lamentablemente tienen un componente de marginalidad.

Estoy en total desacuerdo con la señora Narbona cuando señala que con renovables e hidrógeno todo está resuelto. Sería fantástico, pero sencillamente es falso. Basté recordar que cuando en el verano del 2003 hubo un pico de demanda extraordinario al soportar uno de los veranos más calurosos de la historia y tener todos los aparatos de aire acondicionado funcionando al máximo de los 4.500 mwt eólicos instalados en aquel momento en España, solo 200 estaban funcionando, por la sencilla razón que los grandes calores y los grandes frios suelen coincidir con situaciones anticiclónicas donde no hay una brizna de aire.

Queda mucho trabajo por hacer. La eólica es una bella realización. España es un ejemplo. La solar térmica tiene un buen pronóstico, debería ser impulsada más. Los biocombustibles para el transporte serán un fuerte pilar energético

Hidrógeno

El hidrógeno, como la fusión nuclear son esas panaceas esa “tierra prometida” que colmará nuestros anhelos, pero como al pueblo de Israel nos queda por delante unos cuantos años por el desierto. Hemos comenzado esa marcha, pero conscientes de su dificultad y lejanía y de que posiblemente, eso espero, por el camino encontremos algún oásis, sino el maná, en forma de compuestos químicos, etanol, nuevos combustibles de origen vegetal, nuevos procesos electroquímicos que superen las máquinas térmicas y los sistemas de transformación de energía térmica y química en mecánica y viceversa, que permitan recorrer y acortar quizá ese desierto en paz y llegar a superarlo.

Porque el hidrógeno, que existe en abundancia en el planeta, no existe como elemento aislado, hay que producirlo y ello requiere la utilización de abundante energía. El hidrógeno por lo tanto es lo que se llama un portador energético, un “carrier” que combinado con las fuentes energéticas puede permitir su distribución y almacenamiento.

Señoras y señores, yo podría terminar aquí mi intervención y sería lo más fácil, pero creo que por sentido de la responsabilidad no me queda más remedio que decir lo que pienso y apoyar la utilización de la energía nuclear, a pesar de que sé que desde el punto de vista político no resulta remuneradora, por que es remar contra corriente. Europa y España en particular y en el mundo en general no podemos prescindir de la energia nuclear para afrontar los retos del Siglo XXI. No quiere ello decir que la energía nuclear sea la Solución, la Panacea y que no tenga riesgos y problemas, sin embargo, es imprescindible si queremos de verdad afrontar el problema energético mundial con un mínimo de esperanza de resolverlo. Puede que la tecnología la convierta en un futuro en una energía de transición, pero hoy por hoy, es imprescindible.

Si España cierra sus centrales nucleares emitirá 50 millones de toneladas más de CO² al año en el caso de Europa sería de 400 y en conclusión no podríamos cumplir, ni de lejos, nuestro compromiso de Kioto.

Pero es que además, la energía nuclear es la única fórmula en la situación actual de desarrollo tecnológico mundial que permite de manera inmediata incrementar de forma importante la producción de energía en el planeta, sin por ello acelerar también más el incremento de gases efecto invernadero y a la vez con garantía de suministro pleno.

Todos sabemos que existen problemas importantes en torno a la utilización de la energía nuclear en primer lugar la gestión de los residuos, donde el almacenamiento en superficie o el confinamiento en capas geológicas profundas no se puede considerar una solución definitiva. Además aunque las centrales existentes en la Unión Europea han demostrado sus altísimos niveles de seguridad, la proliferación de reactores nucleares a nivel mundial exige que también se mejore más los sistemas de seguridad y se aumente la transparencia y los controles no solo a niveles nacionales, sino internacionales, en el ámbito de la Unión Europea y a través de la Agencia Internacional de la Energía Nuclear de Viena en el ámbito mundial.

La energía nuclear tiene problemas sí, pero están controlados y son controlables, sin embargo, el cambio climático y el previsible agotamiento en el futuro, no tan lejano ya, de los combustibles fósiles no esta resuelto al día de hoy. Por desgracia las energias renovables por sÍ solas no bastan para afrontar el consumo actual y mucho menos futuro del planeta. En este periodo de transición todas las energías van a ser necesarias y cada una tiene sus aplicaciones óptimas, sus ventajas y sus inconvenientes.

No se trata de hacer catastrofismo, se trata de afrontar serenamente, con la capacidad más noble del ser humano que es la inteligencia, el cambio de modelo energético con una responsabilidad compartida entre todos, consumidores y productores, para evitar tensiones, conflictos e incluso guerras.

Es por ello y con esto concluyo que, señoras y señores, como decía al principio de mi intervención para que haya vida hace falta agua y energía, hoy la humanidad es capaz de producir agua potable si dispone de energía, por lo tanto resulta vital garantizar que en el futuro seguiremos disponiendo de la energía suficiente que permita mantener nuestro desarrollo y civilización.