Domingo, 19 de septiembre de 1999 «Mi primer color es el azul con las estrellas»
ESTA SEMANA, CON LA NUEVA COMISION APROBADA POR EL RECIEN ELEGIDO PARLAMENTO HA EMPEZADO OTRA ERA DE LA UNION EUROPEA. LOYOLA DE PALACIO, LA PRIMERA MUJER ESPAÑOLA CON CARGO DE COMISARIA, TIENE LA DIFICILISIMA TAREA DE ACERCAR A DOS INSTITUCIONES ENFRENTADAS A MUERTE TODO ESTE AÑO.
Una entrevista de
ANA ROMERO
ESTRASBURGO.- Marcha Loyola de Palacio por los imposibles vericuetos del Parlamento Europeo como una decidida guide, una de esas líderes de las Girls Scouts de Francia.
No en vano se forjaron, allá por los años 50, su espíritu, su acento y su look en el Liceo Francés de Madrid. El de hoy, que es un día bien especial, consiste en traje de chaqueta azul marino con falda por debajo de la rodilla y el toque habitual de gargantilla y pendientes de oro.
Sale así del recién estrenado despacho en Estrasburgo cargando con la pesada cartera de piel con una rudeza que, en joven y femenino recuerda a la de su mentor, el gallego Manuel Fraga. Hoy es ya comisaria de Energía, Transportes y Relaciones con el Parlamento, además de vicepresidenta de la Comisión Europea.
«Yo espero que éste sea el final», señala De Palacio, con el cuchillo hincado en el foie de canard y la mente puesta en la crisis institucional que ha machacado a la Comisión Europea desde hace seis meses, cuando el colegio de comisarios tuvo que dimitir en bloque tras ser acusado de nepotismo y mal funcionamiento. «Espero que ahora se abra una nueva etapa de colaboración leal entre la Comisión y el Parlamento».
«Hoy [el pasado miércoles] se ha aprobado una resolución suscrita por cuatro grupos: liberal, socialista, popular y verde. Eso nos permite pensar que de cara al futuro se podrán construir esas grandes mayorías que permitan dar fluidez a algo tan importante como es la codecisión», añade en referencia a ese 80% de la legislación europea que tras el Tratado de Amsterdam, que entró en vigor en mayo, va a depender de la decisión conjunta de Comisión y Parlamento.
De Europa, de dossiers y de megavatios, hay que dejarla hablar. Veinticino años tenía cuando conoció a don Manuel, y a punto estaba de cumplir este mes 48, cuando reaccionó como él lo habría hecho, cuando una la bombardeó con preguntas sobre el caso del lino.
«En política, no todo está permitido», señaló en un primer encuentro para hacer esta entrevista, realizada en dos tandas. «La injusticia es algo que soporto muy mal. Hay ciertas cosas que son muy difíciles de entender, porque el concepto que yo tengo de política no justifica el todo vale. Todo lo contrario: hay ciertas reglas que no se deben romper».
Se refería así, claramente disgustada, a lo que ella entiende que es una injusta persecución. El llamado caso del lino comenzó la pasada primavera, justo antes de que se iniciara la campaña para las elecciones europeas, a las que De Palacio concurrió como cabeza de lista del PP. Este pasado jueves, fue exculpada por el Congreso de los Diputados, pero dos semanas antes, en Bruselas, el lino le costó un aprobado con reservas.
-¿Han ido demasiado lejos los europarlamentarios en su intento de demostrar su recién adquirido poder?
-Las audiciones han sido duras, rigurosas, algunas más duras que rigurosas, algunas más rigurosas que duras. Ha habido de todo. Pero en conjunto, me han parecido positivas, incluida la mía.
-¿Cree que ha sido usted objeto de un cruce inevitable de factores políticos, tanto nacionales como europeos? Algo parecido le ha ocurrido al belga Busquin [comisario de Investigación].
-Han salido más casos, no sólo esos dos. Incluso el de los cuatro comisarios de la antigua Comisión que repiten. Al final, lo que ha habido es un respaldo amplísimamente mayoritario a la Comisión. Yo sé lo que creo que debería ser, que es lo que ha sido durante muchos años cuando el Partido Popular ha estado en la oposición. Por encima de las muy legítimas divergencias, discrepancias y enfrentamientos que en el ámbito nacional se producen entre Gobierno y oposición está el interés general, el interés del país. Eso es lo primero que yo creo.Lo segundo que yo creo es que no es bueno para nuestro país, para España, trasladar a la sede parlamentaria europea problemas internos españoles. Ningún caso. La prueba es que otros países no lo hacen. ¿Qué ha pasado con los comisarios franceses? Claramente, los franceses han hecho una piña, todos. Pero lo que creo de verdad es que hay que mirar de cara al futuro, y que tampoco esto beneficia al final a nadie, y lo que espero es que haya una reconsideración por parte del Partido Socialista y que haya una actitud positiva.
-El PSOE va a llevar el caso ante el Tribunal Constitucional; no parece que vaya a haber carpetazo.
-Vamos a ver qué pasa en el futuro, pueden llegar al Tribunal de Derechos Humanos, no lo sé. Pero creo que el chicle lo han estirado de manera ya sorprendente, últimamente el chicle lo han estirado todo con cuestiones formales, y cuando se entra en ese tipo de cuestiones es que no queda nada sobre el fondo.
En todo este asunto, sólo hay una verdad, y es que esto ha sido un montaje electoral, y es un asunto en que la gestión corresponde a las comunidades autónomas. Yo no he tenido ahí ninguna responsabilidad. Pero bueno, yo espero que el sentido común se imponga al final.
-Recién salida del escrutinio del Parlamento, su primera misión será precisamente la de recomponer las relaciones con la Eurocámara. ¿Cómo?
-En primer lugar, con un acuerdo institucional, un acuerdo marco, que regule las relaciones entre Parlamento y Comisión. En segundo lugar, aumentando todo lo que es el acceso a la información, aunque sea confidencial o secreta, en función de defensa de derechos fundamentales de personas, o de intereses de industrias o empresas concretas, o en función de capacidad de negociación internacional de la propia Comisión. El Parlamento tiene que tener acceso a toda la información, pero en algún momento a lo mejor no es el Parlamento en sesión abierta, sino que puede ser una comisión en sesión a puerta cerrada, o el presidente de una comisión, o incluso el presidente del Parlamento. Todo hay que regularlo.
-De usted se dice que puede tener un problema de personalidad para esta difícil tarea.
-Yo soy muy directa, efectivamente, pero a lo largo de tres años he sido capaz de concertar acuerdos con ministros de todo tipo de ideologías y de países.
-Tanto, que llegaron a llamarla ¡la novia de Fischler! [el comisario de Agricultura].
-Eso fue una broma que me gastó un periodista un 28 de diciembre, que incluso hasta me casó....En esos años aprendí que el ser capaz de llegar a acuerdos radica en tener firmeza en los principios y en la flexibilidad para conjuntar voluntades. Tengo muy claro lo que quiero y lo que busco.
La labor de acercamiento a la Eurocámara la obligará a pasar una semana al mes en Estrasburgo, trabajándose a la Heidi, que es como llama a la incombustible verde finlandesa Heidi Hautala. La primera mujer vicepresidenta en la historia de la Comisión, su poder será grande si el presidente Prodi se decide a hacer depender de ella las ayudas públicas. «Eso está abierto», señala. «De lo que se trata es de ver si Transportes hay que hacerlo con la DG IV [Dirección General IV], con la de [Mario] Monti [comisario de la Competencia]. Esta es una cuestión abierta. Vamos a ver cómo queda. Pero sea como sea, las dos direccciones generales tienen que colaborar para garantizar esas ayudas, que forman parte de una política de Transportes, en función de los objetivos de servicio público y el de no distorsionar los mercados».
-Una vez más, he aquí a una mujer que triunfa y cuya vida personal no se parece a la de un hombre triunfador.
-Indudablemente para las mujeres es más complicado. Ahora mismo, yo tengo el problema de montarme una casa en Bruselas. Para un comisario varón eso no es problema, porque tiene una esposa que lo hace. ¡Es verdad que [Margaret] Thatcher [ex primera ministra británica] tenía a Dennis [su marido]! Lo digo en broma, pero creo ya hay un cambio de mentalidad, y que hay muchos maridos que ya entiendenque sus mujeres tengan un puesto de responsabilidad. Ese cambio no es todavía la generalidad, pero en el futuro las cosas se irán viendo de forma más normal. Pero en mi caso no he encontrado la persona adecuada y por eso no me he casado. Pero no me gusta hacer distinciones, sino pensar en términos de personas. Mi madre me educó, a mis siete hermanos y a mí, con el criterio de personas. Siempre lo he aplicado. Es verdad que ser la primera mujer, y además española, vicepresidenta de la Comisión europea te da la sensación de que empiezan las cosas a cambiar. Pero en el terreno hombre-mujer hay que ir poquito a poco, hemos dado unos pasos tremendos, no se puede ir tampoco de la noche a la mañana. Una cosa es ir empujando y otra deformar situaciones.
El verano se lo ha pasado empollando, como hace ella habitualmente con sus papeles. «Yo me tomo las cosas en serio, y no sé hablar de lo que no sé», afirma, para añadir que desde que es ministra tiene que usar gafas. La cartera de Energía se la sabe ya de memoria, y advierte de que antes de un mes quiere «darle una vuelta» a los sectores más importantes. Porque «la Comisión no está para hacer un diseño fastuoso que luego no tiene nada que ver con la realidad».
«Al ciudadano le interesan una energía y un transporte a unos precios asequibles y de calidad, respetuoso con el medio ambiente y el desarrollo, que mantenga nuestra competitividad frente a terceros, como Estados Unidos, que sean un coadyuvante para la generación de empleo», dice. «Eso se cocina siguiendo con las medidas de liberalización de los distintos sectores. Pero se puede seguir avanzando para dar mayores seguridades al usuario del transporte aéreo, por ejemplo, frente a cancelaciones de vuelos. Sobre todo, que no haya retrasos. Y eso reclama una gestión distinta del transporte aéreo y concretamente del espacio aéreo, con un órgano único de gestión, y no 15 espacios aéreos, o lo que es lo mismo, 15 países, pero un solo cielo».
«En cuanto a energía, si seguimos con la liberalización de los sectores, la aspiración es que la factura del gas también baje, como ha bajado la de la luz», concluye. «Luego está el tema del medio ambiente, creo que cada vez más la gente es consciente de que el desarrollo no puede ser a cualquier precio, y que hay un precio que no se puede pagar, que es la destrucción del medio ambiente».
-¿Se ha cambiado ya el chip político?
-Para mí, es una oportunidad fantástica tener una visión de conjunto, y cambiar de escala, de dimensión, de ver Europa y por encima de Europa. Luego, claro, yo tengo la sensibilidad de España. Como ministra de Agricultura, yo llevaba los colores de España directamente, pero ahora mi primer color es el azul con las estrellas. Aunque luego, debajo llevo la camiseta española, la rojigualda. Pero como ministra aprendí que cuando te enrocabas sólo en tu propio problema, tenías muy poco margen de negociación. Ahora tengo que encontrar soluciones para el conjunto de los 15 países.
Se va De Palacio a celebrar su cumpleaños en Madrid, y luego vuelve enseguida a Bruselas para celebrar su primera reunión como comisaria. Antes, dice algo que tiene poco que ver con su alma de guide: «Mi compromiso con Bruselas es de cinco años. Es un momento apasionante, clave, con la adhesión de los nuevos países del Este, de importancia política internacional de la Unión Europea, es quizá el primer Gobierno como tal de la Unión. Pero dicho todo lo cual, la luz del cielo de España yo la necesito. Eso se nota aquí, que la luz es distinta. Se hace de noche muy pronto. Una cosa tan tonta como ésa».