Loyola, pasión al servicio de Europa
Por Daniel Calleja Crespo, director de Transporte Aéreo de
En septiembre de 1999
Desde el primer momento hizo notar su presencia en
Los transportes y la energía eran para ella las arterias para que la economía europea funcionara de manera competitiva. Por eso era tan importante avanzar a nivel europeo. En condiciones nada fáciles, puso en marcha un monumental acervo legislativo en el campo de la energía que incluye la liberalización de los mercados del gas y de la electricidad, el lanzamiento del diálogo energético con Rusia, las primeras directivas europeas en la historia sobre las energías renovables, un gran número de medidas de eficiencia energética, el desarrollo de las Redes transeuropeas, en el que trabajó hasta el final como coordinadora del enlace Lyon-Turín, puso sobre la mesa el debate sobre la energía nuclear y todo ello sin que en el Tratado existan reglas específicas para una política energética europea, porque como ella solía decir «si hay un problema a nivel europeo entonces la voluntad política exige actuar».
En lo que a los transportes se refiere, apoyándose en la eficacia de su director general François Lamoureux, su balance fue igualmente arrollador, el programa Galileo, que logró aprobar por los jefes de Estado y de gobierno en el Consejo Europeo de Barcelona, es una apuesta estratégica de Europa para defender su autonomía tecnológica. Igualmente, consiguió diseñar una arquitectura europea en el control del tráfico aéreo para acabar con los retrasos a través de la iniciativa del Cielo único. Su obsesión por reforzar la seguridad se plasmó en la creación de las agencias europeas de seguridad aérea, marítima y ferroviaria y los paquetes de medidas urgentes en el sector marítimo tras las catástrofes del ‘Erika’ y del ‘Prestige’. Todos ellos son hitos históricos en este sector que tienen en
Al mismo tiempo, consiguió restablecer la confianza entre el Parlamento europeo y
Quienes tuvimos la suerte de trabajar estrechamente con ella durante estos años nunca olvidaremos sus extraordinarias cualidades humanas. Loyola amaba la vida y disfrutaba intensamente de cada momento, le gustaba trabajar en equipo y compartir con su gabinete los buenos momentos tras las durísimas jornadas de trabajo. Alrededor de las paellas que cocinaba personalmente y al compás de una guitarra nos sentíamos más que un equipo, una verdadera familia.
Descanse en paz.