Extraído del diario El Mundo:
En este segundo domingo de septiembre, la recién iniciada correspondencia entre el Académico y
AQUELLA JOVEN POLITICA VASCA
Querida Cayetana...
Hace ya 25 años,
En un ejercicio suicida que implica a todos los presidentes democráticos, porque a todos alcanza la responsabilidad, el Estado español entregó a los partidos nacionalistas de Cataluña y Vascongadas el control de la educación y de los medios de comunicación regionales.Era fácil vaticinar lo que iba a ocurrir. Las nuevas generaciones, educadas en el independentismo en escuelas y universidades, en periódicos y emisoras de radio y televisión, borrarían a España de sus horizontes. Así ha sido en proporción considerable. Y Zapatero frotándose las manos, Rajoy chupándose el dedo.
Querido Luis María...
Has citado discretamente a
No conozco a Loyola. No hemos tenido la oportunidad de conversar. Pero sé de dónde viene, de dónde es: de una casa de piedra sólida y orgullosa de Markina, junto a la suave curva de un río que rodea a una ermita. Allí se casó el año pasado una de sus hermanas, Urkiola. Desde un caserío contiguo, donde se preparan los mejores gin tonics y se improvisan las tertulias más divertidas del País Vasco, escuchábamos la música y veíamos llegar a los invitados en un revuelo exaltado de colores y sonrisas.
Pensé entonces en el enorme coraje y mérito de estas mujeres vascas, que no se dejan amedrentar, que cada invierno reparan una parte del viejo tejado y plantan hortensias para el verano.Y que, con toda naturalidad, conjugan un hondo arraigo a ese rincón envolvente y denso de Vizcaya que es su casa con una visión y una vocación desinhibidamente cosmopolitas. Las hay también en Elorrio, en Mutriku y en Durango.
Las Palacio se mueven entre la fidelidad al pequeño país de Pla o Baroja y el sueño europeísta de Zweig. Por ello, no me extraña lo que me cuentas de la joven y aguerrida Loyola, que acudió al ABC para denunciar la trampa de las ikastolas. Sólo lamento que no fueseis más, o mejor representados, los que en su día os percatasteis que si el Estado cedía en lo esencial, no quedaría margen para hacerlo en lo accesorio, que son los símbolos, las palabras y los gestos. Probablemente hoy no estaríamos otra vez a garrotazos en el lodazal del Estado residual.
Querida Cayetana...
Era casi una niña cuando la conocí. Trabajó conmigo en