Cartas
A Loyola de Palacio
FRANCISCO BARAHONA MORENO/EX ALCALDE DE VALVERDE DE LEGANÉS
FRANCISCO BARAHONA MORENO/EX ALCALDE DE VALVERDE DE LEGANÉS
Sólo estuvimos juntos muy escasos minutos, pero dejaste en mí una huella imborrable. Me estoy refiriendo a la tarde del 7 de noviembre de 1997, cuando acompañada del presidente de la Junta y del ministro entonces de Administraciones Públicas nos visitaste en Valverde de Leganés.
Nuestro pueblo, al igual que en el Cerro Reyes, era todo destrucción, dolor, desesperación y muerte. Cuando recorríamos la zona afectada me cogiste furtemente del brazo y me dijiste muy afectada: «Alcalde, cuánto sufrimiento, cuánto dolor». Fueron tus únicas palabras, tu único comentario. Silenciosamente llegamos hasta el salón donde estaban nuestras tres fallecidas veladas por familiares y amigos. Allí ya no aguantaste más tus lágrimas y dejaste que aflorara toda la angustia que llevabas acumulada. Allí nos demostraste a los valverdeños la grandeza de tu corazón. Sin palabras me convenciste de que llorabas de corazón junto a nosotros por tanta desgracia. Cuando, con un abrazo te despediste tus últimas palabras fueron: «Alcalde, cómo debes estar sufriendo».
Para tí, querida Loyola, ya acabaron todos los sufrimientos. Tú ya estás gozando del merecido descanso. Y vuelvo a repetirte mis palabras de despedida: «Gracias, ministra».
Miércoles, 20 de diciembre de 2006
Nuestro pueblo, al igual que en el Cerro Reyes, era todo destrucción, dolor, desesperación y muerte. Cuando recorríamos la zona afectada me cogiste furtemente del brazo y me dijiste muy afectada: «Alcalde, cuánto sufrimiento, cuánto dolor». Fueron tus únicas palabras, tu único comentario. Silenciosamente llegamos hasta el salón donde estaban nuestras tres fallecidas veladas por familiares y amigos. Allí ya no aguantaste más tus lágrimas y dejaste que aflorara toda la angustia que llevabas acumulada. Allí nos demostraste a los valverdeños la grandeza de tu corazón. Sin palabras me convenciste de que llorabas de corazón junto a nosotros por tanta desgracia. Cuando, con un abrazo te despediste tus últimas palabras fueron: «Alcalde, cómo debes estar sufriendo».
Para tí, querida Loyola, ya acabaron todos los sufrimientos. Tú ya estás gozando del merecido descanso. Y vuelvo a repetirte mis palabras de despedida: «Gracias, ministra».
Miércoles, 20 de diciembre de 2006